La Finca de la Fuensanta, está situada en el Valle de la Cañada del Judío (llamada así porque fue de una familia judía que vivió aquí durante más de 200 años, en los siglos XIV y XV). Un idílico enclave histórico y natural donde se encuentran nuestros olivares.
En la parte baja del valle encontramos los olivares más antiguos, llegando a alcanzar más de doscientos años. Aquí, donde el suelo recoge los limos de las aguas de lluvia y posee un carácter muy fértil, es donde se sitúa la variedad Royal, originaria de la Sierra de Cazorla en Jaén.
En la zona norte de la finca se encuentran los olivares de nueva plantación, en la solana de la sierra del Molar. Conviven con una gran variedad de plantas aromáticas y medicinales como tomillo, romero, ajedrea o espliego, así como recientemente se han asentado en esta parte de la sierra, un grupo de cabras montesas bastante numeroso, que a veces se dejan ver a la luz del día.
Con olivares de variedades diversas como Picual, Arbequina, Cornicabra Murciana, hojiblanca o manzanilla, que se adaptan perfectamente a estos suelos pedregosos, conseguimos una aceituna con carácter pero de sabor excepcional.
Por contrapunto, las jóvenes plantaciones conviven con restos rupestres antiquísimos, ya que en nuestros terrenos se han catalogado un conjunto de grabados rupestres con una adscripción cronológica que puede remontarse desde la época prehistórica hasta nuestros días. Estos restos fueron descubiertos en el año 2005 y se publicaron al año siguiente en el Catálogo de petroglifos del Término Municipal de Jumilla en las XVIII Jornadas de Arqueología Regional.
La zona sur de la finca, ubicada en la umbría de la Sierra Larga, está declarada Suelo protegido por su alto interés paisajístico. En ella combinamos el cultivo tradicional de almendros y de olivos, algunos de ellos, superando los doscientos años de edad, rodeados de pinares y encinas.
Entre las variedades que encontramos, destacan algunas tan emblemáticas y antiguas como la Cuquillo o Lechín de Granada, cultivadas con otras variedades autóctonas como la Cornicabra murciana. Esto da lugar a unos coupages de sabor intenso frutado y equilibrado.